Hay cosas que escuchas
muchas veces y, a fuerza de repetición, te entran en la cabeza, y
allí se quedan. Puedes utilizar la lógica para comprenderlas, y de
un modo u otro, las asumes como ciertas.
Sin embargo, los verbos
asumir y vivir son muy distintos.
No entiendes realmente
algo hasta que no lo vives.
Con “vivir” no me
refiero necesariamente a la experimentación física de algo. Puede
ser simplemente un proceso mental, una conclusión propia, y no
introducida con pinzas.
Por ejemplo, yo comprendí
hace poco la expresión.
Quizá es demasiado
ambicioso por mi parte afirmar esto. Digamos que comprendí algo más
de la expresión.
Diría que comprendí una
parte más amplia del arte – de lo que es el arte para mí –,
pero no creo que nadie pueda aspirar jamás a decir – o blasfemar –
algo parecido a que “comprende el arte”. Así que, en mi enésimo
intento de definición, propondré que “entendí lo que tienen en
común los lenguajes y el arte para mí”. Agregarle el “para mí”
a algo siempre avala cualquier afirmación ultrajante con el
reconocimiento del respetado abogado de la opinión.
Lo que me pasó fue lo
siguiente:
Tuve una clase de baile.
Ya está.
No pasó nada extraño.
Solo pasó que viví uno
de esos momentos de reconocimiento en los que algo que te han
repetido cientos de veces se convierte en verdad. En este caso, fue
algo parecido a que las personas tenemos acceso a formas muy
distintas de expresión. Dicho así parece simple. Ayer, en mi
cabeza, tenía muchísima más importancia, porque no se trata solo
de la expresión. Se trata de lo que el cuerpo tiene que ver con las
palabras, de lo que el lenguaje hablado o escrito puede ser en
relación con el movimiento de una mano o de un pie, de por qué nos
movemos al hablar, de por qué yo hablo con este acento y muevo la
cabeza y tú hablas con ese y no mueves nada. Se trata también de lo
que es una palabra y de lo que es respirar. De lo bello que puede
haber en una expresión de cualquier tipo. Se trata de comprender por
qué todo se llama expresión. Y yo, ayer, lo entendí un poco más.
Entendí un poco más de
lo que puede ser la expresión conjunta, con movimientos. Entendí
que, igual que puedo comprender a través de las palabras que oigo o
que veo, también puedo comprender a través de un gesto, y más
allá; de una respiración, de un latido, de una postura. Entendí
algo acerca de la información compartida no como entes individuales,
sino como grupo humano. Entendí que el “compartir” que tanto se
lleva puede transmitir un dato, y el compartir de la persona física
no es una acción voluntaria necesariamente, sino un intercambio de
energía, un procesamiento conjunto pero íntimo.
Entendí algo sobre por
qué se dice que el arte es expresión y por qué tantas lenguas
distintas en el mundo como corrientes artísticas, y por qué una
obra es una “expresión artística”, aunque no por qué una
expresión artística no es siempre una obra.
Esto tiene mucho que ver
con algo que me ocurrió anteayer.
Tuve un ensayo de teatro.
Ya está.
Ahí comprendí, durante
un momento, el significado de las palabras y el significado de los
dramas humanos.
Tendrá también algo que
ver con representar algo de Lorca, que el hombre tiene su fuerza.
Simplemente, a través de
la enunciación de palabras, de una determinada mueca en la cara o
una postura del cuerpo, algo de la humanidad se hizo realidad en mi
cabeza. Quizá para otro no tuviera ningún significado, o quizá me
perdiera muchos otros por descubrir ese. Simplemente, durante un
instante los planetas que constituyen el teatro se alinearon y pude
ver algo diferente. Vi que los hombres somos drama, drama entendido
como historia y arte en sí mismo, drama como vivir y soñar en un
mismo plano mixto.
Todo esto suena muy
filosófico, pero cuando lo entendí, no lo era en absoluto. Era más
bien un sentimiento. Algo que te pasa por dentro, en el pecho, en las
tripas, o incluso por fuera, por la piel.
¿Cómo se conectarán
los nervios con lo que yo pueda creer que comprendo sobre el mundo en
cualquier momento?
A veces me parece que
algunos de los momentos más emocionantes de la vida son aquellos en
los que comprendes algo que llevas mucho tiempo persiguiendo sin ser
completamente consciente de ello.
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